Haciendo posible construir y mantener este complejo misionero, Cesar, como voluntario, fue a Puerto Maldonado sin promesa de finanzas y ha invertido más de un año en el pueblo que se encuentra a un kilómetro del complejo.

Habiendo instruido y bautizado a varios niños, jóvenes y adultos, sigue adelante confiando en que Dios cuida de sus ovejas. A pesar de las dificultades, Dios ha sido fiel hasta ahora.

Con su ayuda, construyamos un centro de entrenamiento donde tanto jóvenes como adultos podrán capacitarse en vivir el evangelio de Jesús.

Al regresar, podrán apoyar a sus iglesias, equipados y listos para ser enviados a donde más se necesite.

Santa Amalia, una comunidad sin una iglesia activa y alejada de la ciudad, se encuentra a solo un kilómetro de nuestro complejo, lo que representa una gran oportunidad para compartir a Jesús.

Convirtiéndose en un lugar donde nuestros alumnos podrán difundir el evangelio e impactar la vida de niños y jóvenes, Santa Amalia será un espacio ideal para ejercer el ministerio.